Los Cactus son la personificación de la supervivencia, auténticas esculturas vivientes diseñadas por la naturaleza para prosperar en los entornos más hostiles. Su increíble diversidad de formas —desde perfectas esferas y altas columnas hasta intrincadas cadenas de almohadillas— los ha convertido en una de las familias de plantas más coleccionadas y queridas del mundo. Paradójicamente, a pesar de su reputación de "indestructibles", son una de las plantas que más fácilmente mueren en manos de principiantes. ¿La razón? Un cuidado bienintencionado pero equivocado. En esta guía definitiva y enciclopédica, desentrañaremos todos los mitos y secretos del cultivo de los cactus, enseñándote a pensar como el desierto para que tus plantas no solo sobrevivan, sino que prosperen y te regalen sus espectaculares flores.
El Mandamiento Dorado: Entender el Riego
Antes de hablar de cualquier otro aspecto, debemos grabar a fuego el mandamiento más importante: el 99% de los cactus que mueren en casa lo hacen por exceso de riego. Sus cuerpos carnosos son depósitos de agua diseñados para soportar largas sequías. Sus raíces, finas y delicadas, no están preparadas para estar en contacto constante con la humedad. Un suelo encharcado asfixia las raíces, las pudre y la putrefacción se extiende rápidamente a la base del cactus, volviéndola blanda y matando la planta de forma irreversible.
La frecuencia de riego depende de la estación: en el calor del verano (su temporada de crecimiento), puede ser cada 10-15 días. En invierno (su temporada de dormancia), la frecuencia puede reducirse a una vez cada 4-8 semanas, o incluso a cero en algunos casos.
Luz: No Todos los Cactus son Iguales
Aunque asociamos los cactus con el sol abrasador del desierto, sus necesidades de luz varían. Podemos dividirlos en dos grandes grupos:
- Cactus de Desierto: La gran mayoría de los cactus que conocemos (Opuntia, Ferocactus, Echinocactus, etc.) entran en esta categoría. Necesitan pleno sol intenso y directo. Requieren un mínimo de 6-8 horas de sol al día para mantener su forma compacta y promover la floración. La falta de sol provocará etiolación, un crecimiento débil, pálido y estirado en busca de luz.
- Cactus Epífitos o de Selva: Piense en el Cactus de Navidad (Schlumbergera) o el Cactus Orquídea (Epiphyllum). En la naturaleza, crecen en las ramas de los árboles en las selvas. No toleran el sol directo, que quema sus tallos. Necesitan luz indirecta brillante, similar a la de las orquídeas o las begonias.
Sustrato: Creando un Desierto en una Maceta

El sustrato comercial etiquetado como "para cactus y suculentas" es un buen punto de partida, pero a menudo se puede mejorar. El sustrato perfecto no se basa en la nutrición, sino en la aireación y el drenaje rápido. Debe ser poroso y no compactarse. Una receta casera excelente y profesional es:
- 40% de materia mineral porosa: Perlita, piedra pómez (pumita) o grava volcánica fina. Esto crea bolsas de aire y permite que el agua drene instantáneamente.
- 40% de materia orgánica: Un sustrato universal de buena calidad o fibra de coco.
- 20% de arena gruesa: No uses arena de playa (es demasiado fina y contiene sales), sino arena de río o de construcción.
Esta mezcla asegura que, incluso después de un riego profundo, el exceso de agua se evacue rápidamente y las raíces tengan acceso al oxígeno.
El Período de Descanso Invernal: La Clave para Florecer
Muchas personas se frustran porque sus cactus nunca florecen. La razón suele ser la falta de un período de dormancia invernal. Para inducir la floración en primavera, la mayoría de los cactus de desierto necesitan pasar el invierno en un lugar fresco y seco. Esto significa reducir la temperatura (idealmente entre 5 y 12°C) y cesar casi por completo el riego. Este descanso simula las condiciones de su hábitat natural y es la señal que necesitan para desarrollar los capullos florales.
Fertilización, Macetas y Plagas

Los cactus no son muy exigentes en nutrientes. Aliméntalos solo durante la temporada de crecimiento (primavera y verano) con un fertilizante específico para cactus, bajo en nitrógeno y alto en fósforo y potasio, diluido a la mitad de la dosis recomendada, una vez al mes. En cuanto a las macetas, las de terracota o barro sin esmaltar son ideales, ya que su porosidad ayuda a que el sustrato se seque más rápido. Elige siempre una maceta con un buen agujero de drenaje y que sea solo ligeramente más grande que el sistema de raíces.
La plaga más común y temida es la cochinilla algodonosa, que aparece como pequeñas motas blancas y algodonosas en las areolas y pliegues del cactus. Se pueden eliminar aplicando alcohol isopropílico (de farmacia) con un bastoncillo de algodón directamente sobre la plaga.
Toxicidad y Dificultad
La mayoría de los cactus verdaderos no son considerados tóxicos si se ingieren, aunque podrían causar malestar estomacal. El verdadero peligro reside en sus espinas y gloquidios (los pelos finos y barbados de los Opuntia), que pueden causar irritaciones dolorosas en la piel. Se consideran de dificultad fácil si se entiende y respeta su aversión al agua. Son la prueba de que, a veces, el mejor cuidado es un poco de negligencia bien informada.