El Clavel, cuyo nombre científico Dianthus proviene del griego y significa "flor de los dioses", es mucho más que una simple flor; es un icono cultural cargado de historia, simbolismo y una fragancia especiada inconfundible. Desde los vibrantes claveles de los patios andaluces hasta su papel protagonista en ceremonias y obras de arte, esta flor ha sido venerada durante siglos. Su increíble variedad de colores, su larga duración una vez cortada y su relativa facilidad de cultivo la mantienen como una de las favoritas en jardines de todo el mundo. En esta guía definitiva y exhaustiva, te llevaremos de la mano por todos los secretos del cultivo del clavel, desde la preparación del suelo hasta las técnicas de poda que aseguran una floración masiva y continua.
Luz: Un Requisito Innegociable de Pleno Sol
Para entender a un clavel, primero hay que entender su amor por el sol. Son plantas heliófilas por naturaleza. Para desarrollar tallos fuertes, un follaje sano de color verde azulado y, sobre todo, una abundancia de flores, los claveles necesitan un baño de luz. El requisito indispensable es un mínimo de 6 a 8 horas de sol directo al día. Una ubicación en semisombra dará como resultado plantas débiles, con tallos largos y frágiles que se doblarán con facilidad (etiolación), y una producción de flores muy pobre. No escatimes en sol; es el ingrediente principal para su éxito. Una buena ventilación también es crucial para prevenir enfermedades fúngicas, así que evita lugares excesivamente cerrados o plantar los ejemplares demasiado juntos.
Sustrato: Drenaje Perfecto y un Toque Alcalino
Aquí reside una de las claves que diferencia al clavel de otras plantas de jardín. El drenaje es, como en muchas otras, vital. Odian el encharcamiento y son muy propensos a la pudrición de la corona y las raíces si el suelo no drena bien. Pero además, a diferencia de las camelias o azaleas, los claveles prosperan en un suelo con un pH neutro a ligeramente alcalino (pH 6.5 - 7.5). Un suelo excesivamente ácido puede limitar su desarrollo. La mezcla ideal es un sustrato ligero, fértil y poroso. Para el jardín, enmienda la tierra con compost maduro para la fertilidad y con arena de río o perlita para garantizar un drenaje impecable. Si tu suelo es muy arcilloso, considera cultivar los claveles en camas elevadas o en macetas grandes donde tengas control total sobre la mezcla.
Riego: La Moderación es la Virtud

El riego debe ser regular pero moderado. La estrategia correcta es regar profundamente y luego permitir que la capa superior del sustrato se seque por completo antes de la siguiente aplicación. Introduce un dedo o un palillo en la tierra; si sale limpio y seco, es hora de regar. Durante los meses más calurosos del verano, la frecuencia aumentará, mientras que en primavera y otoño será más espaciada. Riega siempre por la mañana y directamente sobre el suelo, evitando mojar el follaje para minimizar el riesgo de enfermedades como la roya.
Poda y Mantenimiento: El Secreto de la Floración Continua
El cuidado activo es lo que diferencia un clavel mediocre de uno espectacular. Hay varias técnicas de poda:
- Pinzado (Pinching): Cuando las plantas jóvenes alcanzan unos 15 cm de altura, pellizca las puntas de los tallos principales. Esto fomenta la ramificación desde la base, creando una planta más compacta, robusta y con muchos más tallos florales.
- Entutorado (Staking): Las variedades de clavel de flor grande (floristería) a menudo producen tallos largos que pueden doblarse por el peso de las flores o el viento. Colocar tutores o soportes anulares al principio de la temporada evitará que se partan.
- Desbotonado (Disbudding): Para obtener una única flor enorme por tallo (como las que se compran en las floristerías), se eliminan los pequeños capullos laterales que crecen alrededor del capullo principal. Para obtener un ramillete de flores más pequeñas, se hace lo contrario: se elimina el capullo terminal para dar fuerza a los laterales.
Propagación por Esquejes: Claveles Infinitos

Los claveles son increíblemente fáciles de propagar, y la mejor época es desde finales de primavera hasta verano. Sigue estos pasos:
- Selecciona un tallo sano y sin flor. Busca un brote lateral que tenga al menos 4-5 nudos (pares de hojas).
- Corta el esqueje justo por debajo de un nudo. El corte debe tener unos 10-15 cm.
- Retira con cuidado las hojas de la mitad inferior del esqueje.
- Inserta el extremo cortado en una maceta con un sustrato ligero y húmedo (una mezcla de turba y perlita es ideal).
- Cubre la maceta con una bolsa de plástico transparente para crear un efecto invernadero y colócala en un lugar con luz indirecta. En pocas semanas, habrá enraizado.
Fertilización, Plagas y Toxicidad
Los claveles son plantas que requieren bastantes nutrientes para su floración. Alimenta tus plantas cada 3-4 semanas durante la primavera y el verano con un fertilizante líquido equilibrado o uno bajo en nitrógeno y alto en potasio para potenciar las flores. Las plagas más comunes son los pulgones y la araña roja, especialmente en climas secos y calurosos. La enfermedad más temida es la roya, que se manifiesta como pústulas de color naranja en el envés de las hojas. En cuanto a la toxicidad, los claveles son considerados ligeramente tóxicos para perros y gatos, pudiendo causar malestar gastrointestinal leve si se ingieren. Se consideran de dificultad intermedia por el mantenimiento activo que requieren para lucir en su máximo esplendor.